Quisiera no tener que escribir de lo que escribo. La poetisa no lo puede.
La poetisa no escribe si quiere, sino si puede, sino si debe. No así yo.
¿Explotar o escribir? Sencilla elección, ella la lee.
Ahora bien, ¿puede la poetisa dejar de escribir?
Porque yo dejo de escribir cuando quiera, pero, ¿y ella?
Ella me dictará letra a letra, sin más remedio. Yo no la escucho, aunque la veo.
Yo dejo de escribir cuando me plazca.
Ya quise.